jueves, 17 de octubre de 2013

¿Cuál es mi excusa?

Me despierto y encuentro está imagen dando vueltas por la red. Es una portada de revista con el titular ¿Cual es tu excusa?.
Bueno, excusas tengo mil: me gusta dormir más qué los aeróbicos, soy buena cocinera y por tanto buena comedora, tengo una enfermedad metabólica y...alto!! No tengo qué darle cuentas a nadie de por qué no tengo abdomen de lavadero ni nalgas de hierro. Es más, no tengo por qué sentirme avergonzada ni culpable por no ser una mujer de portada ya nadie le deben importar mis excusas.
Muchas madres estaban indignadas por que la modelo era una entrenadora profesional, cuyo trabajo es pasar horas esculpiendo músculos y creando un cuerpo prefecto según las necesidades del mercado. Y este sería mi primer «pretexto»: yo soy profesora, mis estudiantes no aprenderán ni más ni menos si mi abdomen no está firme, ni tendré un mejor rendimiento o un mejor salario por el tamaño de mi bra. No necesito vender mi cuerpo, así que no tengo una obligación profesional para entrenar varias horas al día, pero bueno, si tengo que planear lecciones, enseñar a chicos y otras cosas que me «roban tiempo», para entrenar.
Afectivamente tampoco tengo obligaciones con el gym, no amo a mi báscula o bicicleta más que a mi esposo, mi hija o mi madre. Paso mucho tiempo conversando con mi madre, jugando con mi nenita o haciendo otras cosas con mi esposo, quiénes sí son sujetos con los que puedo crear vínculos y quiénes me aman aunque tuviera unas libras extras y no me juzgan por no asimilar un estándar irreal.
Además el deporte es parte de una vida sana, como  dormir ocho horas y alimentarse sanamente. Y la vida sana es como le damos mantenimiento al cuerpo, no importa sí es corriendo media maratón o detrás de una figura de 80cm, o comiendo un dulce sí eso nos va a dar una hora o dos de felicidad. La vida sana no es modelar todos ropa íntima o ser campeón de pesas, es darle bien mantenimiento a la maquinaria que esconde a nuestros espíritus (licencia poética para decir cuerpo). Y si para estar sana físicamente tengo que obligar a mi salud mental a sacrificarse entonces no estoy logrando nada, y no lo digo yo sino las matemáticas.
Así que voy a usar mi excusa favorita, la que mi madre odia y la que me hace feliz a pesar de no salir en ninguna portada (excepto la de mi propio fb): yo le doy gusto al cuerpo! Mi madre ha usado siempre esa expresión sí duermo mucho en lugar de despertarme a hacer la limpieza y la lavandería, o sí me ve comer con gusto una hamburguesa con queso, o sí me escapaba de luna de miel por tercera vez...darle gusto al cuerpo podría ser, a resumidas cuentas, hacer lo que deseo, lo que me hace feliz y me llena de energía y no lo que otros me impongan, lo que parece correcto socialmente o lo que este de moda.
Así que, señora de la revista con tres hijos pequeños y cuerpo de escultura biónica, mi excusa es que yo le doy gusto al cuerpo, y mi cuerpo es feliz cocinando una rica comida sin preocuparme tanto de la grasa o las proteínas, durmiendo hasta levantarme descansada aunque pera horas para hacer cardio y pesas, cuidando a mi hija en lugar de hacer crunch o planchas  y aunque no encajó en los estándares posmodernos de cuerpos prefectos, al menos este 1,51 cm y sus 57kg estamos felices.
Y ser feliz no requiere excusas.

3 comentarios:

  1. Yo también soy muy de dar gusto al cuerpo, aunque tengo que reconocer que un poquito culpable sí me siento. A veces pienso que tendría que hacer algo de ejercicio pero me da taaaanta pereza que prefiero comer algo rico o sentarme a escribir en el blog. Jajaja. Besotes!!!

    ResponderEliminar
  2. Ey, al cuerpo hay que darle lo que merece!! Besos para vos!!

    ResponderEliminar
  3. Pero hay que ver que a la gente si le gusta criticar!!! Yo podria decirle a esa señora que el tiempo que le dedica al gimnasio en vez de a sus hijos no los va a recuperar nunca. Que el tiempo que le dedica a contar calorias en vez de a hacer el amor con su esposo o simplemente sentarse acurrucados a ver a sus hijos jugar no los va a recuperar nunca. Que cuando tenga 80 años y sea divorciada y sus hijos no la visiten nunca porque no saben lo que es compartir tiempo de familia con ella, ni siquiera tendra su abdomen de hierro y sus nalgas de acero para que la acompañen, porque TODO SE CAE!!

    ResponderEliminar