domingo, 4 de noviembre de 2012

Nuestras primeras vacaciones

Y nos fuimos a presentarle a la nenita el mar. Pero no cualquiera, sino el mar de mi infancia, de nuestra luna de miel, el que recogerá mis cenizas el día que me muera. Y el mar conocería a la nena que yo tanto imaginaba, lloraba y anhelaba.
Cuando todo estaba más difícil antes de tener a la nenita, papá en camino y yo nos consolábamos uno al otro pensando en el momento en que lleváramos por primera vez un hijo al mar. El día del parto practiqué mucha auto hipnosis que aprendí en terapia y visualizaba mi querido puerto, si bien nunca he vivido en él es parte esencial de mis recursos, de mi vida.
Así que cuando vi el mar aún sentada desde el autobús, lloré.  Pero las lágrimas que caían sobre la nenita era de paz, de agradecimiento, de felicidad. Tal vez no es un momento tranquilo en nuestras vidas, pero tenemos una hija y eso lo es todo.
Pasamos disfrutando a la nenita en la playa, viéndola gozar con el mar, con la piscina, la arena...fueron las primeras vacaciones en mucho tiempo y no podría reconocernos en las presionad que fuimos antes y las que somos ahora, dejamos el egoísmo y nuestra diversión se transformó: de beber cócteles en la playa a pasar horas en la piscina más pequeña, de nadar de noche a dormir temprano por las rutinas de la bebé, de ser dos a ser una familia.
Apenas recuerdo haber descansado una hora, otro éstas han sido sin duda las mejores vacaciones de mi vida

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