Hoy nació Milan, el hijo de Shakira y Piqué, bien por ellos qué se adentraron al mundo maternal, muy mal por la gente qué se ha puesto a cuestionar la elección de la madre de tener una cesárea. De todo esto me enteré hoy por el fb en un grupo de mamis ybebes donde el tt era la cesárea, una cosa horrible, malvada y del diablo según muchas de las qué opinaron.
Nenita llegó a este mundo después de un parto necesariamente inducido, una complicación nos llevó a una cesárea intraparto y acá la tengo, gracias a esa operación tan satanizada por mujeres qué, se nota, no se han visto en una situación de emergencia durante el parto.
Cuando no pensaba en nenita yo siempre pregonaba qué eso de tener un hijo con dolor no era para mí, qué yo sí iba a ser madre (cosa de la qué renegaba) era sin dolor, una cesárea láser y sin más. Después conocí la epidural y yo qué quería una en un parto, hasta le pedí a papaencamino qué si teníamos un bebé pagará la friolera de $1000 para tener una porque acá son únicamente para cesáreas o en partos privados.
Pero la vida da vueltas y llegó a mi vida nenita en forma de embarazo. 35 semanas de tiempo, el deseo de conocerla, el empoderamiento de mi capacidad y mi cuerpo me llevaron a desear un parto natural, sin interrupciones médicas, lo más natural y calmado. Hice mucha visualización, respiraciones, seguí todos los consejos de,blogs, libros, doulas. El día del nacimiento terminé feliz aceptando la cesárea, la epidural y todo para traer a nenita al mundo.
Pasé muchas horas de parto, intenté pujar y no se pudo, pero no soy menos mamá.
Y me molesta qué al intentar defender el parto natural muchas madres nos ataquen o nos minimicen, como sí tener un hijo por cesárea nos hiciera ser menos madre, les quitara una pieza a nuestros hijos o nos desvalorizara como mujeres.
Y sí, no vivimos la experiencia de ver a nuestros bebés salir de nuestro cuerpo, sí, usamos anestesia porque no se de nadie qué se opere el abdomen despierto a punta de jadeos y visualizaciones, tuvimos que pasar en recuperación y nos quedó la vagina cómo nueva. Y no por eso no nos han dolido los hijos, no por eso no sabemos del alivio de verlos al salir de nosotras y oír su llanto ni nos dejó de cambiar la vida.
Soy una mujer con una cesárea, tengo una cicatriz que abarca toda la línea del bikini y no por eso quiero menos a mi hija. Igual le doy teta a demanda, igual la corrijo con amor y me dolió traerla al mundo. Tal vez no puje, pero tuve que ponerme de pie con dolor, posiblemente mi hija extrañe el proceso psicológico del expulsivo y sea claustrofóbica cómo yo, pero está viva y no tuvo estrés al nacer.
Ni yo que salí llena de gas del hospital caminado más jorobada que mi abuela, ni usted que parió hermosa en su casa oliendo incienso, ni la que gritó todo el parto, ni la que llegó a pujar sin dolor son más a menos madres, todas amamos a estos hijos que dimos a luz y no somos ni superiores a las madres de corazón que no pasaron un embarazo. Es que todas somos una, todas somos mamás y no deberíamos juzgar sino acompañar.
Mamá en camino, aprendiendo del arte de la maternidad a través de la única fuente creíble... la experiencia
martes, 22 de enero de 2013
Madre de cesárea a mucho orgullo
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