Hace unos días una compañera me dijo: eso que ud hace con nenita es muy lindo, pero es cansado y no creo que lo haga con un segundo o tercer hijo. Y entonces pensé, claro que es cansado criar con apego.
Estamos acostumbrados cómo sociedad a buscar el mínimo esfuerzo en el trabajo, en la viday en las relaciones, pero al criar con no estamos concentrados en nuestras necesidades de adultos, no requerimos artilugios que nos venden para facilitarnos la vida a los padres y vivimos la experiencia de la maternidad y paternidad de una manera intensa física, mental y socialmente.
Mi primer gran reto en la crianza con apego fue un embarazo al ritmo de nenita: descansar y alimentarme para su bienestar, cuidar la ingesta de azúcares y privarme de una copita navideña era mi primer regaló para mi hija. Después vino un nacimiento respetando su ritmo, dónde los tres participamos respetuosamente, dándole prioridad a nenita. No pudimos calendarizar el nacimiento según nuestras necesidades, no nos acomodamos a mi tiempo o el del médico y pasamos las 60 horas ahí, sin poder hacer nada más que lo que mi cuerpo requería para traer vida al mundo.
Una vez que nació vino la lucha por amamantar: no es luchar con las tetas, la posición del bebé o la bajada de la leche sino contra los comentarios desde el hospital: no le de cada rato teta o ser acostumbra a estar exigiendo, póngale horario cada dos horas, dele fórmula para que duerma más... Y las visitas que importunan con historias sobre lo cansado y esclavo que es dar teta, con las bondades del chupón para dormir, para tener chance de limpiar y los miles de consejos no solicitados sobre dar teta.
Después estuvo la faena de andar la bebé en brazos: mujer que no descansa una nada y ellos se mal acostumbran, se va a volver consentida, usted es muy apegada y cuando vuelva al trabajo le va a costar, no alcé tanto a bebé que se va a volver manipuladora. Y sí, con una gorda de diez meses y diez kilos una se cansa, pero no es que me muera, porque repartidos en la bandolera ni la siento. Y este otro que cansa más que un maratón: portear al bebé. Porque entre los nudos del fular y las argollas de la bandolera se enredaron tantos: parece india, eso va a ahogar la bebé, se ve que está incómoda, usted está jorobada, esta tela no va a sostener la bebé y el famoso: no va a caminar sí no la baja, no gatea por andar alzada, es una vagabundería...cansado, cansado, cansando.
Y sí, colechar me ha quitado horas de sueño pero más que todo por estar oliendo esa cabeza con lavanda y sudor de bebé que está a mi lado o ver esa paz con la que se acuesta mi nenita después de toda la energía usada en el día. Aunque también me quita tiempo explicar que no, que no estamos mal y que no nos precisa sacar a nenita del cuarto, ni la vamos a dejar dormir sola, y que tenemos vida sexual (bueno, no tanta) y que nos vale sí los demás no están de acuerdo que el cuarto, la cama y la nenita son muy nuestros.
Y ahora mismo estoy en un período agotador: póngala ya a caminar, en una andadera ya estaría igual a fulana corriendo, no está maciza (ni que fuera un muro!) y el famoso: enséñele el método doman, que lea en seis idiomas, ya debería hacer...cansa, porque ella ya hace muchas cosas, todas adecuadas a su edad y según su ritmo. Seria muy agotador imponer, forzar, sobre estimular...muy, muy cansado.
Sí creo que cansa criar con apego sí una no está preparada para luchar contra muchas voces, so una no está firme en lo que su instinto le dice. ¿Volverlo a hacer? Todo igual,y sí se puede, mejor!! Puede que yo me vaya a dormir molida, pero tan feliz, que todo lo compensa.
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