Hace unos días vi un debate en un foro de internet que terminó muy mal debido a que una madre dijo que le daba refrescos de paquete a su hijo. Muchas la atacaron y trataron se madre irresponsable y hasta de estúpida por eso, pero yo crup que estuvo mal y hasta me molestó al punto de casi dejar el foro.
Yo se que hay mamás que son muy, muy intensas con la comida:, que sí no es orgánico, que hay que esperar una semana por la alergia, que el Pediatra dice... Y sí, me he llegado a reír, pero también a horrorizar pensando en que será de la paz de esas madres cuando sus polluelos vayan a otras casas, a la escuela, a fiestas y les ofrezcan comida. Y veo dos bandos, la de extremo orgánico (ya ni hablar sí son veganas) y la que su hijo termina consumido en mac chatarra porque también las hay descuidadas, pero de esas no me referiré.
Acá la comida orgánica tiene precios que asustan: un chile dulce traído por mi verdulero:¢100, el mismo pero comprado en la sección orgánica ¢350. Y con eso solo doy un mínimo ejemplo, que hay cosas que simplemente, cuestan un ojo de la cara, como un pollo orgánico que valle el equivalente a tres pollos. En una economía subdesarrollada, esa diferencia cala hondo. Con los ¢250 extra del chile dulce pago 5 bananas o el pasaje hasta mi trabajo. Así que ser «orgánico» pareciera también un asunto de status entre las madres de hoy; no es lo mismo sacar una galleta Maria que unos bocadillos gerber porque su precio es mucho más elevado y eso da impresión de ser riquilla frente a las mamás que llevan galletas más humildes.
Las madres orgánicas critican a quienes dan pastel en un cumpleaños porque el azúcar y el colorare del lustre es malísimo para sus hijos inmaculados, y he llegado a ver un par cuyos hijos se sientan por aparte a comer una fruta o mini vegetales que son «más sanos» que el plato típico de las fiestas costarricenses: el arroz con pollo. Y no habló de niños alérgicos ni diabéticos, son pequeños normales a los que nunca les han permitido comer una rebanada de pan cuadrado, o probar ni de asomo un gaseoso.
Y yo respeto que cada madre alimente con lo mejor a su prole, pero de ahí a que quiera imponerse frente a otras cómo la mejor madre, me revienta! Y ver como se sienten superiores moralmente a otras me revuelve las entrañas : ay pobrecillo fulanito, la mamá le da leche de vaca en lugar de fórmula a los cuatro años...a fulana lo que le gusta es la vida fácil, abre una pasta de tomate y ya hizo almuerzo , y esos preservantes le van a dar cáncer a la familia... Yo la fruta de mi hijo sólo certificada la compro, uno no sabe que pesticida trae la comida y yo sí be preocupo por la salud de mi bebé...y así un largo blablabla que termina molestándome porque cuando una no comparte con ellas su modo de vida se convierte en mala madre, y a mi dígame puta sí quiere, pero jamás cuestione sí soy buena mamá.
Y muchas de esas orgánicas extremas no ven a sus hijos como los veo yo tiempo después comprando en la soda del colegio todo lo que en su casa les prohibieron con tanto ahínco, y no los ven dar un mordisco gustoso al medio sánguche que le dio su amigo y botan los doce arándanos lavados en agua de manantial que les dieron para la merienda.
Y no es que sea de las mac chatarra, que ya aclaré que no doy chucherias a nenita pero sí ya probó una hamburguesa, es que me parece que los extremos a los que llegan algunas son un poco innecesarios, porque al fin de cuentas cada una cría con lo que le parece más sano, pero de ahí a impedir que un niño como algo que no sea «puro, orgánico, en agua filtrada» ya me parece mucho. Yo comí lechuga y mi mamá la lavaba bien y ya, yo comí manzanas y no pasaba pensando en venenos, solo je daba una lavada y la gozaba con mi hermana, o compartiéndola. Y el hijo del vecino y yo no eramos distintos por la galleta que mi papá podía comprarme. Y nunca, nunca mi mami me dejó morir ni soy obesa de 500 libras.
Yo se que los pesticidas, y que un mundo mejor, y que salud, pero de ahí a que ahora no pueda mi hija disfrutar un yogur sin que a mi me vean como un bicho raro raya en lo exagerado. Y es que han satanizado todo: la leche de vaca da moco y uno está enfermo siempre, el agua del grifo está llena de cloro y la de botella tiene bha, sí la hierve se enferma por el metal que sueltan las ollas, sólo el agua filtrada en una máquina carisima funciona, y no le de frutas sí no son certificadas, los frijoles hay que pelarlos...tantas cosas con las que nosotros nos criamos ahora mi hija tendría que perdérselas porque «sí una no cambia, es mala madre».
Pues mamás orgánicas, con permiso que voy a ir a hacer panqueques y van a traer miel de maple, huevo y leche y mi hija va a gozarlos, ustedes sigan con sus « doce arándanos» que cada quien tiene derecho a darle de comer lo que mejor le parezca a su hijo, pero por favor, que su idea de comida orgánica/vegetarianismo/veganismo no sea cono una religión: muy bien que la tenga pero no venga a metérmela a la fuerza.
Y sigo comprando los chiles a ¢100.
Mamá en camino, aprendiendo del arte de la maternidad a través de la única fuente creíble... la experiencia
viernes, 7 de junio de 2013
De comida orgánica y chatarra...
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Hola! Nosotros acabamos de abrir una tienda online que intenta potenciar a los productores ecológicos andaluces. Visítala!
ResponderEliminarwww.organicalia.com